Un caballo de mar en el aeropuerto, enero del 14 de 1998
Desde lo alto de su taller el ala de un avión destroza una nube de color púrpura y en el aire flota el perfume de los heliotropos pisoteados por los niños. Su taller tiene el aura caribe: una hamaca de San Jacinto, como si el arcoiris se hubiera quedado en suspenso en su casa, las mussaendas dormidas de las cinco de la tardes, las trinitarias ana-ranjadas, las cayenas rojas de un solo día, las campánulas amarillas que ascienden buscando el sol. Vivir en Cartagena es para él el desafio de cazar colores. |
Carson confiesa que no pinta figuras ni abstracciones. Las criaturas deambulan por entre ráfagas de corales, plantas y criaturas dotadas de gozosa y festiva vitalidad. Esos colores a la intemperie que enceguecen los ojos de Bruens, emergen también de los lienzos de Carson. Él necesita del color. Por eso vive en Cartagena. Para Bruens, la obra de Carson « puede considerarse contemporánea. No resulta ni del impresionismo ni del expresionismo, ni del surrealismo ni de cualquier otra definición terminada en ismo. Ella se sitúa en un orden de valores totalmente diferente de tendencias, de géneros y estilos, que generalmente se encuentran en el mercado del arte. A mi parecer, se trata de una pintura verdaderamente distinta a todo lo que se ha hecho, y a todo lo que se hace en nuestra época y desde hace mucho tiempo ». |
Dentro de poco dará la bienvenida a los viajeros del mundo. Reportage parution le 14 janvier 1998 Journal El Universal, Colombie Un caballo de mar en el aeropuerto Par: Gustavo Tatis Guerra |